J. F. Ainaud
Encrucijada de caminos
Esta exposición reúne una selección -inédita en Lleida- de pinturas especialmente representativa de las principales líneas de trabajo de Vallpalou en sus prolíficos últimos cuatro años (2006-2009). Una fase expansiva, caracterizada por el uso mayoritario de formatos grandes y medianos.
Liberada del sujeto entendido como representación -liberada, pues, de la supeditación a una realidad externa -la pintura de Teresa Vall Palou es, ante todo, una realidad autónoma que se manifiesta a través de los elementos que la conforman: el signo, el gesto, la materia, el soporte. La gestualidad del trazo y la experimentación constante con las potencialidades expresivas de la materia son la base de esta obra.
Aunque la espontaneidad del trazo o la mancha que conforman obras como CM316 o el políptico CT327-331 es consecuencia de una acción directa, de una plasmación inmediata, en otras (CT315 o CT348) la complejidad y riqueza de matices hacen patente una ejecución más reflexiva. Una pintura de acción pero de tempo lento, pausado, meditado, que busca una combinación adecuada de elementos de naturaleza aparentemente azarosa e improvisada. Este hecho es más evidente cuando los elementos más dinámicos (trazos, goteos, salpicaduras, formas abiertas) quedan supeditados a otros de más permanentes (veladuras de color, formas definidas). O cuando afloran series donde aparecen en transformación patrones de forma y color (CT259-262). En algunas obras (CT348 o CT316) las masas de color dominante impactan enseguida al espectador. En otros, el impacto se produce por tintas neutras (CT327-331) o, de manera más sutil, por la aplicación de barnices sobre un fondo de un blanco cálidamente matizado (CT296, CT306).
A pesar de las múltiples evocaciones tanto exteriores (paisajes y elementos de la naturaleza y del cosmos) como interiores, rehúye la figuración y, por este motivo también, la concreción de un título (se limita a numerar sus obras y a clasificar sus pinturas según el soporte en CM -composiciones sobre madera- o CT -composiciones sobre tela). El resultado es una obra autoreferenciada que, sin embargo, tiene su origen en las experiencias y las pulsiones internas del artista. Las alusiones al paisaje -tanto natural como humanizado- son perceptibles en series como CM206-208 o CM204-203. También las evocaciones de formas orgánicas (CT285). Pero, como hemos dicho, es a la vez una pintura emocional, manifestación plástica del carácter del artista y de sus propias vivencias (como el collage de objetos chinos de CT316, terminado después de un viaje a Shanghai). Obras evocativas pero también -en tanto que caligrafías y signos- paisajes interiores (proyección del yo del artista) y forma pura. Espacios simbólicos, ámbitos de reflexión y, finalmente, muros de contemplación: la exposición pública de la obra permite que sea el visitante el que otorgue el sentido definitivo a la obra expuesta. Que reconozca el entramado de relaciones -afinidades y discordancias- que afloran en una contemplación tan aislada como secuencial de las obras. Cruce y también culminación de unos caminos que maduran territorios explorados años atrás y que anticipan nuevas vías inexploradas. Una obra exigente, en busca de nuevas posibilidades expresivas de la materia y presentada, además, en el contexto de la propia fundación del artista: su otra creación, colectiva, pública y -como la pictórica- una obra en proceso.
J. F. Ainaud
Crítico de arte
Liberada del sujeto entendido como representación -liberada, pues, de la supeditación a una realidad externa -la pintura de Teresa Vall Palou es, ante todo, una realidad autónoma que se manifiesta a través de los elementos que la conforman: el signo, el gesto, la materia, el soporte. La gestualidad del trazo y la experimentación constante con las potencialidades expresivas de la materia son la base de esta obra.
Aunque la espontaneidad del trazo o la mancha que conforman obras como CM316 o el políptico CT327-331 es consecuencia de una acción directa, de una plasmación inmediata, en otras (CT315 o CT348) la complejidad y riqueza de matices hacen patente una ejecución más reflexiva. Una pintura de acción pero de tempo lento, pausado, meditado, que busca una combinación adecuada de elementos de naturaleza aparentemente azarosa e improvisada. Este hecho es más evidente cuando los elementos más dinámicos (trazos, goteos, salpicaduras, formas abiertas) quedan supeditados a otros de más permanentes (veladuras de color, formas definidas). O cuando afloran series donde aparecen en transformación patrones de forma y color (CT259-262). En algunas obras (CT348 o CT316) las masas de color dominante impactan enseguida al espectador. En otros, el impacto se produce por tintas neutras (CT327-331) o, de manera más sutil, por la aplicación de barnices sobre un fondo de un blanco cálidamente matizado (CT296, CT306).
A pesar de las múltiples evocaciones tanto exteriores (paisajes y elementos de la naturaleza y del cosmos) como interiores, rehúye la figuración y, por este motivo también, la concreción de un título (se limita a numerar sus obras y a clasificar sus pinturas según el soporte en CM -composiciones sobre madera- o CT -composiciones sobre tela). El resultado es una obra autoreferenciada que, sin embargo, tiene su origen en las experiencias y las pulsiones internas del artista. Las alusiones al paisaje -tanto natural como humanizado- son perceptibles en series como CM206-208 o CM204-203. También las evocaciones de formas orgánicas (CT285). Pero, como hemos dicho, es a la vez una pintura emocional, manifestación plástica del carácter del artista y de sus propias vivencias (como el collage de objetos chinos de CT316, terminado después de un viaje a Shanghai). Obras evocativas pero también -en tanto que caligrafías y signos- paisajes interiores (proyección del yo del artista) y forma pura. Espacios simbólicos, ámbitos de reflexión y, finalmente, muros de contemplación: la exposición pública de la obra permite que sea el visitante el que otorgue el sentido definitivo a la obra expuesta. Que reconozca el entramado de relaciones -afinidades y discordancias- que afloran en una contemplación tan aislada como secuencial de las obras. Cruce y también culminación de unos caminos que maduran territorios explorados años atrás y que anticipan nuevas vías inexploradas. Una obra exigente, en busca de nuevas posibilidades expresivas de la materia y presentada, además, en el contexto de la propia fundación del artista: su otra creación, colectiva, pública y -como la pictórica- una obra en proceso.
J. F. Ainaud
Crítico de arte