Daniel Giralt-Miracle
Vall Palou Dos Mil Once
LA ETAPA 2011: UN COSMOS EN AGITACIÓN
Desde que en 1995 Vall Palou decidió adentrarse en los lenguajes de la abstracción, ha trabajado con tenacidad para formular unas opciones nuevas dentro del informalismo que amplían y enriquecen su particular lenguaje plástico. De hecho, mirando su obra, cualquier persona puede descubrir su riqueza y variedad de registros y una voluntad de experimentación insobornable que huye de fórmulas y tópicos establecidos para explorar otros territorios que amplía el fondo y la forma de sus pinturas.
Todo y que la coherencia de su discurso a veces más gestual, a veces más matérico y ocasionalmente simbólico, hemos decidido centrar el contenido de esta exposición en aquello que podríamos denominar la etapa 2011, es decir, aquellas obras producidas a lo largo de este año y todas aquellas otras realizadas anteriormente, pero que no dejan de ser prolegómenos de esta obra, porque creo que su trabajo de los últimos años no lo hemos de ver como una liberación o renuncia de la figura o como un desprendimiento de las referencias reales, ya que no es nada más que una profundización en la abstracción más genuina. Las suyas, siguen siendo construcciones (título que utiliza en todas sus obras), pero resultan más rotundas, prescinden de retóricas accesorias y están más ajustadas en su forma y en su color, buscando una contundencia plástica próxima a lo que en el Tao se identifica con el ku, la dimensión del vacío, es decir, todo aquello que se encuentra en los límites de lo perceptible. Porque si la figuración constriñe y cierra, la abstracción expande y abre los niveles de compresión. Y es que a Vall Palou, más que el finito, le interesa lo infinito, aquello que va más allá de los límites, ya sean físicos o mentales.
Hay dos factores que constatan esta voluntad amplificadora, uno es la medida de las obras: grandes superficies que, por sobrepasar los formatos convencionales, la obligan a manipularlas horizontalmente. El otro factor es la forma de trabajar la tela, ya que prescinde de sus límites y en una concepción all-over field define los campos pictóricos de acuerdo con sus propios estados físicos y psíquicos, sin seguir ningún estilismo o código formal determinado. De manera que en estas obras descubrimos una voluntad decidida de huir de los convencionalismos para dar salida a una libertad expresiva de amplio registro, que tanto puede manifestar el placer como la angustia. Su principal objetivo es situar al espectador dentro su experiencia plástica, atraparlo, hacerlo penetrar en el lleno y el vacío de sus propuestas, en su luz y oscuridad y compartir con él sentimientos y los ritmos anímicos de cada una de sus vivencias.
Progresivamente, los planteamientos de Vall Palou han sufrido una aproximación a los puntos de vista plásticos y a los principios estéticos de la cultura oriental. Si la tradición occidental lo ha centrado todo en la representación, en la mímesis defendida por Platón y Aristóteles, la cultura oriental, particularmente la china, defiende el xin el binomio corazón-mente. Para los asiáticos todo conocimiento integra ideas, pensamientos empíricos, sensaciones, convicciones y estados afectivos, para ellos, y también para Vall Palou, la ausencia de elementos simbólicos o alusiones explícitas a la realidad no es un obstáculo para entender la obra de arte, sino todo lo contrario, es un estímulo, porque ofrece un espacio, un tiempo, una circunstancia compartida, en la que tan importante es el emisor como el receptor, es decir, el artista y el espectador, atendiendo a que el momento culminante de este hecho es aquél en el que surge la armonía entre los dos.
Arnau Puig ya dijo en el 2004 que, en Vall Palou, todo es resultado de una acción directa, de un impulso que no se para hasta llegar al final de una idea o experiencia determinada y aunque, en ocasiones, el camino haya podido ser largo, muy elaborado y sufrido, nunca hay claudicación. Por eso encontramos unas obras que han emergido fluidamente de esta acción directa, compulsiva y liberadora, pero también encontramos otras que deducimos que son resultado de una lucha o de un diálogo largo. Como sea, todas estas obras piden una visita pausada, reflexiva, casi contemplativa, de espíritu tántrico, que permita descubrir su magnetismo y compartir no solamente sus argumentos sino también sus propósitos.
En este recorrido identificaremos igualmente unos elementos que forman parte de la gramática de Vall Palou y que, por tanto, encontramos en la mayoría de sus creaciones. Son los factores luz, movimiento, espacio y equilibrio: La luz como elemento que se trasluce de sus obras a través de distintas rendijas. El movimiento, como dinámica general de la superficie de la tela, como vibración de todos sus componentes. El espacio, como gran telón de fondo, como aproximación a la infinidad, como aspiración de lo cósmico. Y el equilibrio y su opuesto, el desequilibrio, como partes constructivas, articuladoras de unos ritmos horizontales, verticales secuenciales o fractales que quieren cohesionar el conjunto.
Cuidadosamente elaborado y aplicado, el color tiene también un papel preeminente. Vall Palou potencia más el contraste que la concordancia, y establece una jerarquía de planos que juega con las transparencias, las sobreposiciones, las reacciones azarosas, la licuefacción o el dripping. Cada fase de la aplicación del color admite intervenciones que aportan cualidades específicas: reacciones con la pintura fresca, grattage en el proceso de secado, lavados para esclarecer los tonos, decapados, barnizados parciales o totales, que le permiten conseguir una variada gama de coloraciones y tonalidades, que son parte esencial de su lenguaje.
Ya sea por su articulación, por la profundidad de su campo visual, por su interactividad cromática, por el acoplamiento de sus volúmenes o por su misma densidad matérica, los cuadros que ahora presentamos escapan de la bidimensionalidad del plano porque consiguen una auténtica profundidad tridimensional, que en muchas ocasiones reclama el reconocimiento táctil, como enriquecimiento de la experiencia plástica que propone la artista.
Como especificidad de esta exposición me gustaría destacar lo que denomino pinturas negras apropiándome de la famosa denominación de una serie de obras de Goya-, que hacemos dialogar con las cerámicas de rakú. Y me gusta incidir en este conjunto de formas explosivas, concentradas en su energía y que se abren al espacio, de manchas que no tienen nada de ornamental, que, con su ambigüedad y estructuración nos remiten al test de Rorschach y que se convierten en una muestra de auténtico tachismo.
Resumiendo diría que, vistas en su totalidad, las obras de la etapa 2011 de Vall Palou nos remiten, de una forma u otra, a un cosmos en agitación, que varía día a día. Y esto no debería sorprendernos porqué ella, como Heráclito, el filósofo del cambio, cree que nada está quieto, que todo está sometido a una transformación continua y que todo se encuentra en estado de movimiento continuo.
Daniel Giralt-Miracle
Crítico e historiador de arte y comisario de la exposición
Catálogo de la exposición
Desde que en 1995 Vall Palou decidió adentrarse en los lenguajes de la abstracción, ha trabajado con tenacidad para formular unas opciones nuevas dentro del informalismo que amplían y enriquecen su particular lenguaje plástico. De hecho, mirando su obra, cualquier persona puede descubrir su riqueza y variedad de registros y una voluntad de experimentación insobornable que huye de fórmulas y tópicos establecidos para explorar otros territorios que amplía el fondo y la forma de sus pinturas.
Todo y que la coherencia de su discurso a veces más gestual, a veces más matérico y ocasionalmente simbólico, hemos decidido centrar el contenido de esta exposición en aquello que podríamos denominar la etapa 2011, es decir, aquellas obras producidas a lo largo de este año y todas aquellas otras realizadas anteriormente, pero que no dejan de ser prolegómenos de esta obra, porque creo que su trabajo de los últimos años no lo hemos de ver como una liberación o renuncia de la figura o como un desprendimiento de las referencias reales, ya que no es nada más que una profundización en la abstracción más genuina. Las suyas, siguen siendo construcciones (título que utiliza en todas sus obras), pero resultan más rotundas, prescinden de retóricas accesorias y están más ajustadas en su forma y en su color, buscando una contundencia plástica próxima a lo que en el Tao se identifica con el ku, la dimensión del vacío, es decir, todo aquello que se encuentra en los límites de lo perceptible. Porque si la figuración constriñe y cierra, la abstracción expande y abre los niveles de compresión. Y es que a Vall Palou, más que el finito, le interesa lo infinito, aquello que va más allá de los límites, ya sean físicos o mentales.
Hay dos factores que constatan esta voluntad amplificadora, uno es la medida de las obras: grandes superficies que, por sobrepasar los formatos convencionales, la obligan a manipularlas horizontalmente. El otro factor es la forma de trabajar la tela, ya que prescinde de sus límites y en una concepción all-over field define los campos pictóricos de acuerdo con sus propios estados físicos y psíquicos, sin seguir ningún estilismo o código formal determinado. De manera que en estas obras descubrimos una voluntad decidida de huir de los convencionalismos para dar salida a una libertad expresiva de amplio registro, que tanto puede manifestar el placer como la angustia. Su principal objetivo es situar al espectador dentro su experiencia plástica, atraparlo, hacerlo penetrar en el lleno y el vacío de sus propuestas, en su luz y oscuridad y compartir con él sentimientos y los ritmos anímicos de cada una de sus vivencias.
Progresivamente, los planteamientos de Vall Palou han sufrido una aproximación a los puntos de vista plásticos y a los principios estéticos de la cultura oriental. Si la tradición occidental lo ha centrado todo en la representación, en la mímesis defendida por Platón y Aristóteles, la cultura oriental, particularmente la china, defiende el xin el binomio corazón-mente. Para los asiáticos todo conocimiento integra ideas, pensamientos empíricos, sensaciones, convicciones y estados afectivos, para ellos, y también para Vall Palou, la ausencia de elementos simbólicos o alusiones explícitas a la realidad no es un obstáculo para entender la obra de arte, sino todo lo contrario, es un estímulo, porque ofrece un espacio, un tiempo, una circunstancia compartida, en la que tan importante es el emisor como el receptor, es decir, el artista y el espectador, atendiendo a que el momento culminante de este hecho es aquél en el que surge la armonía entre los dos.
Arnau Puig ya dijo en el 2004 que, en Vall Palou, todo es resultado de una acción directa, de un impulso que no se para hasta llegar al final de una idea o experiencia determinada y aunque, en ocasiones, el camino haya podido ser largo, muy elaborado y sufrido, nunca hay claudicación. Por eso encontramos unas obras que han emergido fluidamente de esta acción directa, compulsiva y liberadora, pero también encontramos otras que deducimos que son resultado de una lucha o de un diálogo largo. Como sea, todas estas obras piden una visita pausada, reflexiva, casi contemplativa, de espíritu tántrico, que permita descubrir su magnetismo y compartir no solamente sus argumentos sino también sus propósitos.
En este recorrido identificaremos igualmente unos elementos que forman parte de la gramática de Vall Palou y que, por tanto, encontramos en la mayoría de sus creaciones. Son los factores luz, movimiento, espacio y equilibrio: La luz como elemento que se trasluce de sus obras a través de distintas rendijas. El movimiento, como dinámica general de la superficie de la tela, como vibración de todos sus componentes. El espacio, como gran telón de fondo, como aproximación a la infinidad, como aspiración de lo cósmico. Y el equilibrio y su opuesto, el desequilibrio, como partes constructivas, articuladoras de unos ritmos horizontales, verticales secuenciales o fractales que quieren cohesionar el conjunto.
Cuidadosamente elaborado y aplicado, el color tiene también un papel preeminente. Vall Palou potencia más el contraste que la concordancia, y establece una jerarquía de planos que juega con las transparencias, las sobreposiciones, las reacciones azarosas, la licuefacción o el dripping. Cada fase de la aplicación del color admite intervenciones que aportan cualidades específicas: reacciones con la pintura fresca, grattage en el proceso de secado, lavados para esclarecer los tonos, decapados, barnizados parciales o totales, que le permiten conseguir una variada gama de coloraciones y tonalidades, que son parte esencial de su lenguaje.
Ya sea por su articulación, por la profundidad de su campo visual, por su interactividad cromática, por el acoplamiento de sus volúmenes o por su misma densidad matérica, los cuadros que ahora presentamos escapan de la bidimensionalidad del plano porque consiguen una auténtica profundidad tridimensional, que en muchas ocasiones reclama el reconocimiento táctil, como enriquecimiento de la experiencia plástica que propone la artista.
Como especificidad de esta exposición me gustaría destacar lo que denomino pinturas negras apropiándome de la famosa denominación de una serie de obras de Goya-, que hacemos dialogar con las cerámicas de rakú. Y me gusta incidir en este conjunto de formas explosivas, concentradas en su energía y que se abren al espacio, de manchas que no tienen nada de ornamental, que, con su ambigüedad y estructuración nos remiten al test de Rorschach y que se convierten en una muestra de auténtico tachismo.
Resumiendo diría que, vistas en su totalidad, las obras de la etapa 2011 de Vall Palou nos remiten, de una forma u otra, a un cosmos en agitación, que varía día a día. Y esto no debería sorprendernos porqué ella, como Heráclito, el filósofo del cambio, cree que nada está quieto, que todo está sometido a una transformación continua y que todo se encuentra en estado de movimiento continuo.
Daniel Giralt-Miracle
Crítico e historiador de arte y comisario de la exposición
Catálogo de la exposición