G. Carbó Berthold
“pintura-pintura”
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Del 18 de julio al 26 de octubre de 2013
No obstante, el punto de inflexión en la obra de Carbó Berthold deberíamos situarlo a principios de los 80; a partir de entonces, la abstracción será inevitablemente la protagonista de sus trabajos.
Alrededor de su abstracción, Jordi Rodriguez Amat escribió que hay que entenderla “como una simple introspección de una realidad, es decir, alteración de unos elementos visuales y no como un sinónimo de no-figuración… las formas concretas pierden cada vez más su significado material para volverse imagen pura”. Nos encontramos, por tanto, con una desead renuncia a la literalidad del discurso y con una clara vocación plástica. Como ejemplo, pensemos en sus instalaciones en la “I y II Muestra Internacional de Instalaciones en Cap de Creus”, o en sus esculturas desmontables que mostró en la Galería 141 de Nagoya, Japón, el 1997. Siguiendo con la idea plástica pura dibujada por Rodríguez Amat, sería interesante mirar el trabajo de Carbó Berthold desde esta perspectiva; así mismo, es obvio que detrás de la plástica pura o la abstracción más radical siempre se esconde alguna forma de discurso menos literal. Pensemos en la abstracción característica de la música y su vertiente programática. El discurso de Carbó Berthold es sutil y responde a una mirada profunda que no se contenta con la superficie evidente de aquéllo que rodea; la metáfora musical nos es especialmente útil con su trabajo, sólo es preciso que consideremos los colores como diferentes tonalidades que aparecen y desaparecen en tiempos e intensidades variables. De esta manera, la composición subyacente elimina la aleatoriedad de aquéllo que podríamos denominar abstracción pura – si es que existe esta posibilidad – y define unas obras firmemente estructuradas. La pintura habla con un lenguaje propio, silencioso pero penetrante. |
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