Joan Manel Nadal Gaya
Blancos
Ya sé que ella no estará de acuerdo con algunas de las cosas que voy a decir. Pero yo he explicado muchas veces que estas líneas no tienen más objeto que comunicar, a quien tenga la paciencia de leerlas, las impresiones de un desocupado paseante que se detiene ante unas obras plásticas que el artista ha producido para su propia satisfacción pero también para tratar de comunicarse con los demás. Para que ellos saquen las conclusiones que les parezcan.
Y hoy, este paseante ante las telas expuestas por Teresa Vall en la Galería Collage encuentra en ellas variaciones de forma y también de fondo que piensa que se pueden hacer notar.
La artista, que siempre ha destacado por el generoso uso del color, ha titulado su muestra de ahora con el escueto nombre de Blanc.
Y, efectivamente, el blanco es el gran protagonista de esta nueva colección.
Un blanco, sin embargo que es consecuencia del trabajo de una persona acostumbrada al riguroso tratamiento del color y sabe dar a esas telas una especial expresividad, potenciada por unos simples trazos oscuros que dan orden y sentido a toda la obra.
En conjunto, pues, se presenta una inesperada uniformidad de color y estética que la diferencian de sus anteriores manifestaciones.
Pero yo creo también -y he aquí nuestra posible disidencia- que existe una novedad de fondo que me parece indiscutible. Vall Palou en sus últimas obras emprende quizá sin saberlo, quizá sin quererlo, una segura marcha hacia la figuración, insinuada en anteriores ocasiones aunque más nueva ahora.
La artista, seguramente de modo aún subconsciente, ha trazado, como hemos dicho, unos ágiles dibujos que al espectador, inevitablemente, le sugieren alusiones a viejos barcos, a ligeras aves, al mundo real en definitiva.
Y cuando en esta exposición rompe con tres pequeñas telas su compromiso con el blanco, aquellas obras parecen, sin duda, paisajes.
Quizá paisajes soñados, pero paisajes.
Son, pues, una serie de obras que nos hacen en cierto modo soñar con realidades y que nos hablan también de la intuición y buen gusto de la dirección de la sala al escoger a sus colaboradores.
Joan Manel Nadal Gaya
crítico de art
Periódico La Mañana
Y hoy, este paseante ante las telas expuestas por Teresa Vall en la Galería Collage encuentra en ellas variaciones de forma y también de fondo que piensa que se pueden hacer notar.
La artista, que siempre ha destacado por el generoso uso del color, ha titulado su muestra de ahora con el escueto nombre de Blanc.
Y, efectivamente, el blanco es el gran protagonista de esta nueva colección.
Un blanco, sin embargo que es consecuencia del trabajo de una persona acostumbrada al riguroso tratamiento del color y sabe dar a esas telas una especial expresividad, potenciada por unos simples trazos oscuros que dan orden y sentido a toda la obra.
En conjunto, pues, se presenta una inesperada uniformidad de color y estética que la diferencian de sus anteriores manifestaciones.
Pero yo creo también -y he aquí nuestra posible disidencia- que existe una novedad de fondo que me parece indiscutible. Vall Palou en sus últimas obras emprende quizá sin saberlo, quizá sin quererlo, una segura marcha hacia la figuración, insinuada en anteriores ocasiones aunque más nueva ahora.
La artista, seguramente de modo aún subconsciente, ha trazado, como hemos dicho, unos ágiles dibujos que al espectador, inevitablemente, le sugieren alusiones a viejos barcos, a ligeras aves, al mundo real en definitiva.
Y cuando en esta exposición rompe con tres pequeñas telas su compromiso con el blanco, aquellas obras parecen, sin duda, paisajes.
Quizá paisajes soñados, pero paisajes.
Son, pues, una serie de obras que nos hacen en cierto modo soñar con realidades y que nos hablan también de la intuición y buen gusto de la dirección de la sala al escoger a sus colaboradores.
Joan Manel Nadal Gaya
crítico de art
Periódico La Mañana